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Año de publicación,1981

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PRÓLOGO

    VEINTIÚN poetas, veintiuno, para un libro que quiere cerrar un homenaje iniciado hace tiempo, a un hombre que lleva años colaborando, animando a los poetas que se le acercan. Desde un medio con tanta audiencia como es la Cadena Ser, cada día, con una formidable generosidad, lee poemas inéditos, y los enriquece... Un homenaje a José Antonio Rodrigo, quien, sin descanso, en su programa "Entre Amigos", al recitar los poemas de los vates locales, cuando son buenos los hace magníficos y, si son regulares, los hace buenos. Mérito al cincuenta por ciento de los autores y del rapsoda; al cincuenta por ciento, por lo menos. Un homenaje merecido el que estos poetas, generosos también, le dedican.
    Cuando el lector se adentre en las páginas de este libro, advertirá enseguida las diferencias abismales entre unos poetas y otros. Un poeta auténtico, un gran poeta, es mucho más raro que un diamante. Es por eso que quienes sienten en su interior el fuego que pueda hacerlos puros, tienen derecho - o, diría mejor, tienen el deber - de intentar superarse y alcanzar esa pureza óptima.

  Pero aquí está el libro y aquí los poemas. "No quiero los poetas - decía Juan Ramón Jiménez -, sino los libros de los poetas, y los músicos muertos o lejanos. Y que el corazón no sienta el latido y se deshaga, como una ceniza de primavera, y que el paisaje de la fuente no tenga más que hojas secas y estrellas. Un rincón donde el alma se haga penumbra, y yerre la música, y vengan los perfumes, y el cuerpo se encuentre sumido como en el oro de una tarde de otro mundo".
    Libro éste, lleno de la buena intención de veintiún poetas. Rafael Montesinos sabe - lo dice - que "la poesía, como Dios, está en todas partes; incluso en la intención del mal poeta. Donde no está, desde luego es en la mala intención de "poeta". Aquí hay, insisto, buena intención... Y un puñado de buenos poemas. Que José Antonio Rodrigo, si vuelve a recitarlos con la colaboración de Brahms, de Chopín, de Mozart, de Bethoven, será capaz de mejorarlos...

Ángel Mª Ortiz Alfau

 

A continuación podéis leer las poesías de Carlos Ibáñez que aparecen en "Entre Amigos":

EL DURANGUESADO LOS OBARENES

Atardecía en la aldea
allá en el Duranguesado,
lo anunciaban las esquilas
y cencerros del ganado,
que acudían al redil
junto al pastor vascongado.

Se escuchaban leves notas
de los aventados robles
al mecer sus recias ramas
entre las sombras del monte,
junto a centenarias hayas
formando tupidos bosques.

Cuando el día amanece
paraísos son sus prados
pareciendo un mar de hierba
salpicado de ganado,
donde se pierde la vista
del pastor enamorado.

Mudos testigos de historia
son sus montes milenarios,
con esas áridas crestas
que el sol y el agua tallaron
para formar atalayas
del bello Duranguesado.

He subido a las montañas
de la Sierra de Obarenes
de perfiles pedregosos
donde el sendero se pierde.
Entre flores de tomillo
de espliego y de romerales,
allí me siento en reposo
perdido en mis soledades.
Qué agreste es allí el monte
entre arbustos retorcidos,
con sus figuras grotescas
hacen del recuerdo olvido.
Sólo el eco me contesta
como si fuera un amigo,
pero lo siento muy lejos
cual si estuviera perdido.
Montes de los Obarenes
atalayas de Castilla,
cortáis dos frondosos valles
La Bureba y Tobalina,
donde la riqueza es oro:
son espigas amarillas
que se doblegan al viento
cuando mis ojos las miran.

 

 

VIVIR EN MONTELLANO

 

TÚ, ÁRBOL DE GERNIKA

Verdes prados de mi tierra
en los que pasta el ganado
rodeado de montañas
de pinares y castaños.
Allí la vista se pierde
allí respiro cantando
oyendo cantar al cucú
su canto de enamorado.
Minas pardas de mi pueblo
de mineral carbonato
con pozos en la penumbra
y mineros trabajando.
Donde pican los más bravos
en lóbregas galerías
pensando en el Creador
para retornar al día.
Madre déjame elegir
y viviré en Montellano
donde naciera el poeta
que nos cantó a los vizcaínos.
Para escuchar las campanas
donde la brisa es bendita
para pisar tierra firme
allí,...mis penas no gritan.

En la noche de los tiempos
se desprendió una semilla,
germinando humildemente
en una tierra bendita,
esa tierra era Vizcaya
el lugar... lo fue Gernika.
Un fino y sencillo roble
emanó de tierra virgen,
sin pretensiones de gloria
pero sí recio y humilde
presidiendo aquellas Juntas
de los alcaldes y ediles.
¡Cuantos secretos no guardas
a lo largo de la Historia!
Bajo tus ramas nacieron
las leyes de la concordia
y en idioma milenario
a tu pueblo diste gloria.
Mientras existan raíces
¡Nunca morirás... Aretza!
Y nacerán tus retoños
en los montes y laderas.
Allí donde vaya un vasco
¡un roble será su enseña!

 

ENTRE SOPUERTA Y GALDAMES

De Sopuerta era mi abuelo,
nació mi abuela en Galdames
para formar matrimonio
del que naciera mi padre.
Mi abuelo fue un buen minero
en las minas de Galdames
y mi abuela era sobrina
de "Antón el de los Cantares".

Me honra ser un Ibáñez
de un Solar de Valmaseda
de donde parte la rama
con su casta solariega,
de allí desciende mi raza
como vasco y encartado
donde se adora a los padres
y se quiere a los hermanos.

¡Qué bellas Encartaciones
con sus montes y sus valles
de cantarines arroyos
nacidos de manantiales!

Los pedregosos caminos
pardos como el mineral
le dan encanto a los prados
de los valles del lugar.

Mi abuelo fue un buen minero
de niño lo fue mi padre
en las minas de mi tierra
entre Sopuerta y Galdames,
de donde emana mi raza
con su Casa Solariega;
es un rincón muy bonito
el lugar... es Valmaseda.

 

 

 

   
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